Hay cantidad de elementos, situaciones y comportamientos que el docente debe tener en cuenta al tratar con alumnos hipoacúsicos (en todos los niveles educativos):Dejar que sea el alumno el que elija dónde sentarse en el aula. En general se tiende a sentar a los chicos hipoacúsicos en el primer banco, y el maestro se queda parado a su lado. Así, el chico tiene que levantar su cabeza o torcer su cuello para poder ver la boca del profesor, pero lo único que logra visualizar es su mentón. En general las personas hipoacúsicas prefieren sentarse no enfrente, sino a la derecha o izquierda de quien habla, según cuál sea su mejor oído. A veces, optan por estar a una distancia que les permita observar cara y boca del interlocutor, o para que la voz del otro no les resulte estridente.
Es necesario que sea el chico el que aprenda a ubicarse en los espacios en los que deban escuchar a otro, y no los maestros los que los "coloquen" donde mejor les conviene.
No caminar por el aula, ni darle la espalda al chico hipoacúsico al hablar. En caso de explicar algo mientras se escribe en el pizarrón, al darse vuelta, volver a explicárselo al alumno hipoacúsico.
Un alumno hipoacúsico no puede escuchar y tomar apuntes al mismo tiempo. En caso de que ésta sea la dinámica de la clase (el profesor habla, los alumnos anotan), hacer una pausa cada tantos minutos, para que el alumno pueda apuntar. Caso contrario, dependerá siempre de los apuntes de sus compañeros.
La atención de los alumnos hipoacúsicos es corta. Estar pendiente de los labios de quien habla, de su lenguaje corporal, de no dejarse contaminar por el ruido de fondo, es absolutamente agotador. Basta que un pensamiento que no tiene que ver con lo que se dice en el aula, ocupe la cabeza, para perder el hilo de la lección. Sabiendo esto, ofrecer al alumno una guía de lo que se tratará en clase, para que, en caso de que pierda algún dato, pueda luego preguntar al profesor o consultar la bibliografía correspondiente. Hay que tener en cuenta que uno no se dá cuenta de que perdió algo que nunca escuchó.
Darle al alumno hipoacúsico, por escrito, la información importante (fechas de exámenes, material para la siguiente clase, tarea, bibliografía a consultar).
No forzar la voz. Es el alumno el que se las ingeniará para comprender, pero si un profesor levanta la voz, lo único que logrará es quedar agotado y afónico, y además uno tiende a regresar enseguida a su tono de voz normal, sin darse cuenta.
No taparse la boca con las manos, libros, hojas.
Cuando el alumno pide que le repitan algo, utilizar diferentes palabras cada vez. A veces uno no logra comprender una palabra por más que se la repitan cantidad de veces. No es la idea lo que no se entiende, sino el sonido.
Todos estos datos no fueron extraídos de un libro escrito por especialistas, sino de mi propia experiencia como alumna hipoacúsica, que nunca le dijo a sus maestros ni profesores que no escuchaba bien.Verónica Sukaczer